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domingo, 23 de agosto de 2009

Los pensamientos ya no me controlan V

La identificación con el ego es lo que no nos deja ver más allá, creemos que somos lo que pensamos y lo que hacemos, nos cuesta dejar de ser nuestro ego, nos cuesta dejar espacios sin pensar porque creemos que vamos a perder nuestra identidad. Y realmente la perdemos, pero como creemos que nuestra identidad es lo que nos hacer "ser yo" nos tenemos que aferrar a nuestros pensamientos y a nuestro ego con uñas y dientes, cualquier amenaza de perderlos nos causa tanto miedo y desorientación que preferimos vivir en el sufrimiento antes que abandonar esta vieja forma de vivir. Yo he oído "si dejo de pensar dejaré de ser yo y eso no lo voy a permitir", creo que esto es la mayor barrera a la que nos podemos enfrentar a la hora de encontrar la paz y la armonía interior.

Una nueva pregunta de la revista Namasté y una nueva respuesta de E. Tolle

Si no soy los pensamientos ¿Quién soy yo?
No eres los pensamientos, eres el espacio desde el cual surgen los pensamientos. ¿Y qué es ese espacio? Es la conciencia misma. La conciencia que no tiene forma. Todo lo demás en la vida tiene forma. En esencia somos esa conciencia sin forma que está detrás de los pensamientos. Pero para experimentarlo es necesaria una experiencia de quietud interior. Si yo tengo solamente un momento en el día de quietud alerta que me da un sabor de lo que es, ya entiendo lo que es la conciencia no condicionada, más allá del pensamiento. Una persona que no tiene ese momento, ni siquiera un momento, no puede entender nunca de qué estamos hablando ahora. No lo entendería.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Un sujeto encuentra a un viejo amigo, que vive tratando de acertar en la vida, sin lograr ese resultado. Voy a tener que darle un poco de dinero, piensa. Sucede que, esa noche, descubre que su amigo es rico, y que ha venido a pagar todas las deudas que ha contraída en el correr de los años.
Van hasta un bar que solían frecuentar juntos, y él paga la bebida de todos. Cuando le preguntan la razón de tanto éxito, él responde que hasta unos días antes había estado viviendo el Otro.
— ¿Qué es el Otro? —preguntan.
— El Otro es aquel que me enseñaron a ser, pero que no soy yo. El Otro cree que la obligación del hombre es pasar la vida entera pensando en cómo reunir dinero para no morir de hambre al llegar a viejo. Tanto piensa, y tanto planifica, que sólo descubre que está vivo cuando sus días en la tierra están a punto de terminar. Pero entonces ya es demasiado tarde.
— Y tú ¿quién eres?
— Yo soy lo que es cualquiera de nosotros, si sabe escuchar su corazón. Una persona que se deslumbra ante el misterio de la vida, que está abierta a los milagros, que siente alegría y entusiasmo por lo que hace. Sólo que el Otro, temiendo desilusionarse, no me dejaba actuar.
— Pero existe el sufrimiento—dicen las personas del bar.
— Existen derrotas, nadie está a salvo de ellas. Por eso, es mejor perder algunos combates en la lucha por nuestros sueños que ser derrotado sin siquiera saber por qué se está luchando.
— ¿Sólo esa? —preguntan las personas del bar.
—Sí. Cuando descubrí eso, decidí ser lo que realmente siempre deseé. El Otro se quedó allí, en mi habitación, mirándome, pero no lo dejé entrar nunca más, aunque algunas veces intentó asustarme, alertándome de los riesgos de no pensar en el futuro. Desde el momento en que expulsé al Otro de mi vida, la energía divina del universo obró con sus milagros”.

Paulo Coelho (A orillas del río Piedra me senté y lloré)

María R. P. dijo...

Gracias anónimo por el recorte,

Espero que pronto dejemos al Otro ahí con la boca abierta, ahí en la habitación y empecemos a ser realmente nosotros mismos, sin identidades, sin apegos, sin máscaras y sobre todo, sin sufrimiento.

Un saludo

Anónimo dijo...

Yo soy el otro.

El otro es la persona responsable que es consciente de que dispone de unos recursos limitados que tiene que administrar.

Es absolutamente falso que "el otro" consumamos todo nuestro potencial en planificar y conseguir recursos, bien para nuestra vejez, bien para los seres queridos que nos rodean. Es simplemente un deber puntual que admitimos de buena gana e incluso disfrutamos desarrollándonos en sus parámetros.

El otro reconoce que por ahora somos seres orgánicos con unas necesidades materiales muy concretas. El día que pasemos a ser entes lumínicos y nos veamos liberados de la mundana tarea de tener que llenar un plato de lentejas para seguir viviendo, ese día "los otros" nos convertiremos en esos seres magnificentes dedicados por completo a contemplar su maravillosa energía divina y el milagro de la creación.

ManuelMadrid